El movimiento que hace un coche hacia una dirección distinta de su trayectoria, debido al deslizamiento de uno o de sus dos ejes es lo que conocemos como drifting. A pesar de lo que pueda parecer, este requiere de un amplio conocimiento sobre el comportamiento del coche y saber maniobrar con absoluto control el vehículo, incluso cuando este parece totalmente fuera de control.
Tiene su origen en los 70, concretamente en Japón, donde pronto se popularizaron los campeonatos de esta disciplina y se fue asentando como deporte, siendo uno de sus mayores representantes Kunimitsu Takahashi, quien ideó varias de las técnicas que se mantienen hoy en día.
Solo los profesionales pueden dedicarse a esto con libertad, porque, evidentemente, la práctica del drifting se reserva únicamente a su empleo en circuitos y carreteras autorizadas, y suele ser una tarea común entre los stuntman (especialistas) de las películas de acción sobre coches y velocidad o en las que una trepidante persecución tenga lugar.
En cuanto al coche, no todos los coches son iguales a la hora de derrapar o hacer drifting: lo que hace a un vehículo ser perfecto para ello es que sea un rear-wheel-drive, es decir, que tenga la tracción en las ruedas traseras, para así poder combinar el derrape con el acelerador. Casi cualquier coche con esta característica puede hacer drifting, aunque, claro está, algunos con más facilidad que otros.
Toyota Corolla AE86
Para los amantes de esta técnica, pero también para los nostálgicos, esta joya será uno de las mejores elecciones que puedan hacer. De hecho, uno de los pilotos legendarios del drifting y seguidor de las técnicas de Takahashi, como es Keiichi Tsuchiya, empezó a hacer sus pinitos en esto del derrape en uno como este. Para los profesionales actuales es posible que el motor se les quede un poco corto.
Mercedes C63 AMG
Mercedes no suele ser la marca preferida de los apasionados del drifting, ya que es una marca de lujo, cuya exclusividad se traduce en un precio notablemente alto. A este coste, habría que añadirles los que harían falta para convertir todas esas lujosas prestaciones en elementos para la velocidad y el derrape. No obstante, la inversión económica merece la pena céntimo a céntimo.
Se suele decir que aquellos vehículos construidos en la plataforma S del Nissan son los mejores. Este modelo se ha ganado el respeto de multitud de competidores y se ha alzado con los primeros premios de varios torneos de Norte América, Asia y Europa. La amplia gama de opciones para tunearlo y adaptarlo a competición hacen de él una apuesta segura en esto del derrape. Eso sí, malas noticias: en 2002 se dejó de fabricar y producir la plataforma S y el S15 fue la última versión sacada a la venta, por lo que, año tras año, cada vez será más difícil encontrarlos.
BMW Serie 3 E30/E36
En realidad nos sirve cualquier BMW de propulsión, y cualquier Serie 3, aunque estas dos cajas son las más baratas de adquirir, las más sencillas de mantener y reparar (sin electrónica y hay muchos recambios). Eso sí, necesitaremos una motorización "de las gordas", sin llegar al M3. Lo suyo sería un 325i, de 192 CV. El 320i es posible que, con 150 CV, se quede algo corto. También podemos optar por modelos más grandes, como Serie 5 y Serie 7, con motores más grandes y potentes.
E30 |
E36 |
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